Por fin, tras dos años de inactividad presencial, tuvimos ocasión de reunirnos en el ansiado FSR de Cantabria. Dado lo especial de la cita hemos querido reflejar desde nuestro punto de vista, el de la organización, lo sucedido durante el primer fin de semana de junio.
Este FSR estaba programado y cerrado hace dos años, cuando la pandemia puso en suspensión nuestras vidas. Lejos de ser más fácil de retomar con todo organizado, supuso un desafío que todo fuese igual o mejor de lo preparado. Nos fallaron hoteles, portadores de llaves, ubicaciones… pero nada importaba, pues la satisfacción del socio tras tanto tiempo esperando era lo más importante para nosotras.
Iniciamos nuestro fin de semana románico en la tarde del viernes, con la visita opcional al Museo Arqueológico de Cantabria. La emoción del reencuentro fue palpable, besos y abrazos tras tanto tiempo sin vernos.
El Hotel Bahía, en el centro de Santander, se convirtió en el mejor anfitrión para nuestro reencuentro oficial. Nos reunimos en el vestíbulo para asistir a la cena del FSR. Resultó difícil conseguir sentarnos, pues era demasiado tiempo sin vernos. Tras dar cuenta del menú, los miembros del equipo presentamos el programa, acompañadas de nuestro excelente ayudante Natxo Negredo, cuyo crecimiento desde la última vez que lo habíamos visto hizo aún más patente el tiempo trascurrido desde la última reunión.
El sábado madrugamos para poder cumplir con el horario. Es de rigor agradecer a los socios que se prestaron a ir en sus coches durante esta jornada, para que hubiese más plazas en este FSR; la demanda había sido tal que fue la única solución para poder dar cabida al mayor número de socios.
El Centro de Interpretación del Románico ubicado en la iglesia de Santa María la Mayor de Villacantid fue nuestro primer destino. Organizados los asistentes en tres grupos, nos deleitamos con las explicaciones de sus guías, que nos ayudaron a comprender mejor la construcción de una iglesia románica gracias a sus paneles, maquetas y vídeos explicativos.
A continuación, nos acercamos a Retortillo, donde nos esperaba su párroco, Chema. Nuestra guía, Elena San Martin, comenzó sus explicaciones. El cura tuvo a bien abrirnos el acceso al campanario, desde donde se aprecia mejor el yacimiento romano de Julióbriga. El mismo Chema, que lleva once parroquias, nos facilitó la entrada a San Cipriano de Bolmir, donde la amenazante lluvia comenzó a hacerse presente. Sin embargo, esperó lo suficiente para que llegásemos al Club de Golf Nestares, donde se celebraba el almuerzo.
De nuevo, la atención fue inmejorable. Como es costumbre, sorteamos varios libros y productos AdR entre los asistentes, siendo nuestra mano inocente nuestro querido ayudante Natxo. La lluvia, tan cotidiana en tierras cántabras, hizo su aparición mientras comíamos, si bien la descarga fue tal que nos proporcionó una tarde de tregua para disfrutar del Románico.
Nuestra primera visita de la tarde fue la conocida colegiata de San Pedro de Cervatos. Pepita, la encargada de custodiar de llaves, nos deleitó con sus explicaciones y resolvió dudas de nuestros socios. Es nuestro deber reconocer el trabajo de estas personas, que abren las iglesias olvidadas a los amantes del arte.
Nos costó dejar Cervatos y su magnífica colección de canecillos eróticos, pero nos esperaba la iglesia de San Andrés de Rioseco, situada en un pequeño promontorio de difícil acceso por carretera. Gracias a nuestro conductor, que se preocupó en estudiar los accesos a la iglesia, nuestros socios hicieron un pequeño recorrido hasta ella. Si algo tuvo de bueno el retraso en celebrar el FSR fue que al cambiar de mes de junio pudimos visitar la capilla de San Lorenzo de Pujayo en Molledo, situada en una finca particular.
A pesar del ansia de seguir conociendo el Románico cántabro, hay que reconocer que en este FSR fuimos siempre en hora y puntuales, sin retrasos ni inconvenientes. Así, en hora, fuimos a descansar para la mañana del domingo continuar nuestra ruta.
Nuestra primera parada fue la iglesia de Bareyo, con su magnífico ábside románico y su pila bautismal. No menos impresionante fue la capilla de San Román de Escalante, donde una guía se encargó de facilitarnos la entrada a la finca con nuestros coches para llegar con facilidad. Finalmente nos acercamos a Santa María del Puerto de Santoña. Aquí tuvimos que adaptarnos al horario de misas, pues el cura se negó a darnos tiempo tras las mismas para ver su pila bautismal.
Lejos de decepcionarnos en el final del FSR, apreciamos la pieza y algunos socios se despidieron para iniciar la vuelta a casa. Los demás nos dirigimos al Restaurante Juan de la Cosa, en la playa de Berria, para el almuerzo de despedida que supuso el fin del FSR.
Queremos agradecer a todos los socios asistentes su buena disposición durante el fin de semana, su puntualidad, la actitud e interés mostrado durante todo el itinerario y su atención a nuestra guía, Elena San Martín. Pero, sobre todo, su fidelidad, tras tanto tiempo sin actividades presenciales. AdR no existiría sin vosotros y vuestro entusiasmo en este FSR nos da fuerzas para continuar trabajando en favor de nuestra asociación.