Una tierra tan cargada de Románico y tan significativa en el nacimiento de nuestra Asociación auguraba un agradable Fin de Semana Románico dedicado al disfrute del arte que nos une y al reencuentro con los amigos. Sentado en la cafetería del Hotel Blanca de Navarra en medio de la amena charla que se produce antes de la cena de bienvenida no podía intuir yo la que se me venía encima. Comentaba lo contento que estaba de haber pasado de estar en la lista de reserva a poder formar parte de los 61 elegidos para este FSR cuando nuestra eficiente y sigilosa Montse Rota se acercó y me soltó sin más la pregunta de rigor: “¿Nos das la crónica?”. Balbuceo un “Si, claro, no sé de donde sacaré el tiempo pero cuenta con ella”.
Total, acabas de pasar del banquillo de los reservas a cronista titular (paralelismo futbolero muy apropiado en el fin de semana que nos ocupa). Esta introducción simplemente para pedir anticipadas disculpas por los posibles olvidos, errores y demás cuestiones unidas a mi debut precipitado en el mundo del cronista de FSR. Allá vamos.
Por cuartetos nos sentamos en el comedor y damos cuenta de las viandas entre las que no pueden faltar los muy navarros y suculentos cogollos de Tudela. Al final de la cena recibimos nuestros números de plaza en el autocar que nos llevará el sábado, además de ser los dígitos de nuestra suerte en los sorteos de interesantes publicaciones que se celebrarán en la comida del día siguiente.
También se nos anuncia una grata sorpresa para prolongar la jornada del domingo gestionada por los anfitriones navarros Ángeles y Ángel: Una visita al templo románico de Artaiz fuera de programa para poner colofón al FSR. Este cronista no pudo disfrutarlo pero ya os digo que nunca se debe desperdiciar la oportunidad de una vista a San Miguel de Artaiz.
Nos retiramos a reposar el viaje de llegada a Pamplona y acumular energías para la intensa jornada del sábado. Hacemos conjeturas sobre si la persistente lluvia nos respetará a lo largo del FSR.
El autocar nos espera a la puerta del Hotel y el cielo amenaza con descargar el líquido elemento que hace su presencia a la salida de Pamplona. Nuestro diestro conductor nos interna por las estrechas carreteras de la Valdorba camino de la primera cita en San Pedro de Echano. La lluvia arrecia pero el Señor de Echano, Ander Ortega, ya está esperando para hacernos vivir su iglesia. Sí, ya sé que el propio Ander nos ha dado argumentos sobrados para deducir que un tal Robert de Ketton fue el comitente de este templo pero desde que hace diez años pude disfrutar de Ander guiándonos por los secretos de Echano tengo muy claro quién es el actual señor de una iglesia con un románico tan profano que se puede decir única en muchos aspectos. Nuestro presidente hizo hincapié en la importancia de Ander Ortega como fundador y primer secretario de Amigos del Románico. Su labor recibió el merecido aplauso de los concurrentes ya dentro del templo para refugiarnos del intenso aguacero que caía en aquel momento.
Ander nos sumerge en la historia de Echano, ahora despoblado, sus interrogantes, sus rarezas, su comitente, sus canecillos y la relación numérica que tienen con el número 10… Lo vive y lo transmite con pasión. La lluvia cesa y podemos salir al exterior. El sol asoma levemente queriendo sumarse a la fiesta de la excepcional portada de San Pedro que parece hacernos llegar su música. Podemos observar un reloj de sol que servía para regular los turnos de trabajo de los que trabajaron en la construcción del templo. Aprovechamos para realizar las acostumbradas fotos de grupo antes de despedirnos de San Pedro de Echano y de su señor Ander, no sin antes hacerle entrega de un obsequio por parte de ADR.
Ya desde cierta distancia se deja ver la siguiente etapa valdorbesa del día. La colina de Orísoain con la Iglesia de San Martín de Tours nos espera con Jesús Pérez de Ciriza a sus puertas. Antes de acceder al templo hacemos una breve ronda para entender desde esa privilegiada atalaya la geografía, la historia, las comunicaciones que se establecen entre las distintas poblaciones de esta comarca y a su vez con el resto de Navarra, así como la implicación de todo ello en la tentativa fallida de que por allí pasara el camino jacobeo. No puede pasar desapercibida la presencia vecina a la iglesia de una congregación de agustinos.
Se observan varias marcas de cartero en el exterior y en la portada Jesús nos llama la atención sobre los precursores de los modernos emoticonos. Pasamos al interior para comenzar la visita escalonada en grupos de veinte a la cripta mientras la “espontánea” Ana Ulargui nos ilustra sobre aspectos no románicos a destacar en la iglesia: El retablo (siglo XVI), con virgen vasco-navarro-riojana del siglo XIV (gótica pero con una estética bastante románica) y Cristo renacentista-romanista bastante meritorio.
Descendemos a la Cripta. Jesús nos enseña el recorrido de la luz dos veces al año pasando por la piedra de las reliquias de San Agustín (sobre la que se distinguen letras griegas), destaca la sonoridad del lugar y nos comenta los usos anteriores de la misma (osario).
Volvemos a la nave, donde Jesús nos explica la arquitectura y escultura románicas del interior (simbolismo de la Trinidad, lo terrenal y lo espiritual, y las dudas sobre una posible cúpula).
El sol ahora preside la continuación del camino muy breve hasta Cataláin. Javier Intxusta, que nos ha acompañado desde principio de la jornada comienza recordando que AdR vio la luz en sociedad en este lugar hace ya doce años.
El simbolismo del águila renacida que se remonta al antiguo Egipto llega con sus ecos a la ermita del Santo Cristo de Cataláin, como monasterio rural según la regla de San Agustín destinado al ciclo penitencial de 40 días. Algo que se deja notar en la configuración de las distintas zonas del edificio donde Javier nos iba glosando las penurias de los penitentes. En los alrededores del templo hay enterramientos en cuatro niveles. El aspecto moralizante también está muy presente en la decoración del lugar con un canecillo dedicado a los cátaros y con variada presencia de la mujer como pecadora y culpable de los males del mundo. Un lugar que denota una Iglesia misógina y machista, podríamos decir.
La visita concluye con el agradecimiento a Javier y la entrega de un obsequio por su labor.
En la Sociedad Murugain de Garinoain reposamos y reponemos fuerzas cuando la lluvia vuelve a caer con fuerza. Compartimos el lugar con la celebración familiar de una primera comunión. Un variado menú precede al consabido sorteo de varias publicaciones. Las sospechas de amaño y unas cuantas risas se originan al ser uno de los premiados nuestro presidente. Algunos rematan la comida con un digestivo y refrescante pacharán como no podía ser de otra forma en estas tierras.
Camino del sur la carretera se empina para llegar a la iglesia-fortaleza de Santa María la Real de Ujué, donde Ana Ulargui toma el mando de las operaciones. El panorama que se divisa es impresionante en una tarde en la que el cielo se ha despejado bastante. Por otra parte el conjunto arquitectónico es de una belleza singular y muy armónica en la mezcla de los estilos románico y gótico.
La iglesia románica tiene su origen en 1080-1100, y es coetánea de Loarre. Comenzamos la visita al interior con la perspectiva de la nave desde la altura del coro (siglo XIV). Allí también tenemos la oportunidad de contemplar unas pinturas murales góticas. Después llega el turno de la cabecera románica con tres ábsides (el central con una reja románica y la virgen románica titular del templo con forro de plata; en los laterales un curioso taqueado jaqués).
Salimos al exterior y paseamos por el corredor que rodea los ábsides, portada norte, mirador y portada sur, donde terminamos la visita. Gracias al esfuerzo de Ana se pueden sintetizar en el tiempo de que disponemos los múltiples detalles de un edificio muy singular y variado.
En San Martín de Unx tomamos una empinada cuesta para llegar hasta la iglesia de San Martín (siglo XII). Al haber llegado un poco tarde, nuestra visita se superpone con otro grupo que está realizando una sugerente actividad enológica por todo el pueblo. Hacemos nuestra entrada por el pórtico (antes nave barroca). En el interior hay otras dos naves: una románica y otra gótica. Destaca una pila bautismal románica del XII. Bajamos a la cripta divididos en dos grupos. La explicación en el exterior de la portada oeste la realiza Daniel con la colaboración de Ángel.
Regreso a Pamplona, en busca de descanso después de una intensa jornada aunque en apenas unos minutos en tierras galesas comienza singular torneo, y no medieval precisamente, entre huestes merengues y turinesas.
A la mañana siguiente, en coches particulares nos vamos congregando en la población de Gazólaz. El día es gris pero cierto brillo se adivina entre los feligreses de la parroquia madridista.
Eduardo Bayona, conocedor de la iglesia desde su infancia, nos pone en antecedentes de la localidad y su pertenencia a la cendea de Cizur. También nos habla de un personaje muy relacionado con la construcción que nos ocupa: El obispo de Pamplona entre 1246 y 1266 Pedro Ximénez de Gazólaz.
Se trata de una iglesia porticada de cuyo interior destaca la reja románica, el retablo (con escena del prendimiento, que volveremos a contemplar varias veces en el mismo día) y la pila bautismal.
En el exterior comienza explicando la portada, destacando el trabajo del Maestro Esteban. También llama la atención sobre la extraña colocación de los capiteles (muy juntos y algunos tapados por contrafuertes) en el pórtico.
No existe correspondencia entre la longitud del pórtico y la de los tres tramos de la iglesia (el pórtico es más largo) lo que da lugar a ciertos interrogantes. Después de agradecer a Eduardo sus explicaciones haciéndole llegar el correspondiente obsequio de AdR retornamos a la cercana Pamplona para rematar el FSR en el Museo de Navarra, muy cercano a los corrales de donde los astados salen en los encierros y de la hornacina donde San Fermín recibe las solicitudes de protección por parte de los corredores.
Allí nos recibe su directora Mercedes Jover. Nos dirigimos a la capilla donde comienza nuestra visita. El presidente de AdR procede a presentarla valorando su disposición a colaborar en múltiples ocasiones con la asociación. Mercedes nos ilustra sobre los orígenes del museo y sus fondos relacionados con la inquietud por la conservación de los bienes culturales que arranca en el siglo XIX.
El recorrido por las salas empieza en el mundo preclásico para después observar notables estelas y mosaicos de la época romana. Más adelante transitamos ya al mundo medieval para llegar el cogollo de esta etapa en el FSR: las salas del Románico donde destacan por encima de todo los capitales procedentes de la catedral de Pamplona. Aunque estén fuera de su contexto original, la oportunidad de contemplar los capiteles a la altura de nuestra vista e iluminados específicamente es una experiencia muy particular para quienes apreciamos el arte románico.
Un verdadero placer fue disfrutar de las explicaciones de Mercedes acerca del capitel de Job. Primero su relación estética con el mundo clásico y el sarcófago de Medea, ubicado en los museos berlineses. También destacan los vínculos con el capitel “hermano” del Museo de los Agustinos de Toulouse con la misma temática.
Pero lo más especial fue el diálogo hecho piedra del capitel de la Providencia Divina. Las explicaciones magníficas de Mercedes unían las palabras del Libro de Job con la maestría inigualable reflejada en la fauna y flora esculpida. Un juego de ecos y piedra tallada difícilmente trasladable en palabras.
No nos podemos olvidar en este magnífico colofón de la bella Arqueta de Leyre, obra maestra de la eboraria hispano-musulmana.
Así llegamos casi al punto final de este FSR, que se prolongaría para algunos en la comida en el restaurante New (Nuevo) Trujal y la posterior visita a Artaiz fuera de programa.
Pero para este modesto y novato cronista, después de las despedidas de rigor, era el momento de tomar el camino de regreso a tierras charras, de nuevo bajo una lluvia que nos respetó bastante en nuestras visitas.
Navarra es Tierra de Románico y habrá que volver.
Gracias por vuestra paciencia para leer estas líneas.
Ramón García Hernández