León nos recibió en fiestas, en honor de San Froilán. En una tarde veraniega, con las calles repletas de bullicio, lentamente avanzamos con el coche para llegar al punto de encuentro, la Hospedería o Casa de Espiritualidad de la Real Colegiata. En su sencillo Claustro conventual, del siglo XVIII, nos encontramos. Muchos nos vemos sólo tres o cuatro veces al año, pero cuando nos reunimos la vieja amistad y el entusiasmo vuelve al instante. Somos tan entusiastas que no nos importa hacer cientos de kilómetros para asistir a las reuniones.
Tras las palabras de bienvenida, nuestro Presidente explicó que con este FSR se inicia una nueva experiencia de inmersión en un tema monográfico. En esta ocasión se centró en la Real Colegiata de San Isidoro de León, abarcando aspectos históricos, constructivos, escultóricos y pictóricos.
La cena de esta primera noche se celebró en el propio comedor de la Colegiata. Tenía al lado a otros miembros del grupo a los que apenas conocía. Uno de ellos, miraba mi pequeño cuaderno de notas y me preguntó por él. "Sí, -le dije- llevo un diario". En realidad, Javier me acababa de proponer amablemente la tarea de hacer esta crónica. Así que me aplico a apuntar todo, convirtiéndome en un participante que, al mismo tiempo, es observador.
Al finalizar, hubo palabras de agradecimiento y entrega de un bolígrafo de AdR para Ángel Bartolomé por su generosidad al ceder las fotografías que había realizado en una visita anterior a la Colegiata y con ellas crear un CD que nos fue entregado. Todos lo agradecimos porque no dejan ni sacar la cámara de fotos en su interior. Siguiendo la tradición se sorteó un libro, en esta ocasión "El Tapiz de la Creación", obra de Manuel Castiñeiras. Seguidamente, Enrique Guardia, como autor, hizo entrega a Miguel Baños del libro "Románico para niños" por ser el más joven asistente a este FSR. Es un bello libro, con textos e ilustraciones atractivas y precisas. Y como colofón, se anunció que nuestro Presidente será el encargado de redactar el tomo de la Enciclopedia del Románico dedicado a Barcelona.
La sesión inaugural tuvo lugar la mañana del sábado 1 de Octubre en la Sala del Pendón de Baeza de la Colegiata, entre bóvedas con yeserías barrocas e iconografías isidorianas. Fue presidida por el Concejal de Cultura del Ayuntamiento de León y por el Viceabad de la Colegiata, en representación del Abad, que se encontraba ausente y en presencia del Presidente de AdR y de los conferenciantes.
Los asistentes sumaban más de cien personas, todo un éxito de convocatoria y prueba evidente del interés suscitado. Se trataba de un grupo heterogéneo, unido en la pasión por el románico, con deseo de saber, en absoluto competitivo, sin importar la edad. Y, no obstante, todo esto es una afición, una actividad secundaria para la mayoría de nosotros, que nos dedicamos profesionalmente a otras labores. Somos aficionados. ¡Pero qué aficionados! Una clase de aficionados, en el mejor sentido de la palabra, caracterizada por la capacidad especial de observar detalles y recordarlos, con una memoria singular para los lugares y con un ojo educado y adiestrado para el románico, un "ojo románico" tan bien desarrollado que aporta una dimensión y un significado adicional a cuanto vemos. Bastantes de estos apasionados tienen un conocimiento más que profesional, una enorme erudición. Como decía uno de los ponentes en conversación con otro: "algunos de estos AdR han visto más iglesias que tú y yo juntos".
Por lo que respecta a la parte académica, los conferenciantes invitados fueron investigadores reconocidos y de prestigio, pertenecientes a varias universidades españolas. Se dictaron dos conferencias durante la mañana. La primera a cargo de Gerardo Boto, profesor de Arte Medieval de la Universidad de Gerona, y que habló de "Las fábricas de San Isidoro de León. Orden y estructura de los espacios para el culto y la memoria". La segunda fue impartida por José A. Moráis, profesor de la Universidad de Extremadura, y abordó "La escultura del Panteón Real".
Sería arduo detallar ahora la exposición. La riqueza y la extensión de las explicaciones recibidas fue tal que el grupo estaba deseoso de salir e ir a verlo. Con nuestra cámara y cuaderno de notas iniciamos la vista guiada. Gerardo Boto es un versátil historiador del arte, pues no sólo es experto en el conocimiento de las fábricas y en rastrear las relaciones evolutivas y las afinidades, sino que también nos enseñó a comprender por qué y para qué se realizó en su momento aquélla fábrica. Sabe mejor que nadie dónde se encuentra cada una de esas piedras cimentantes y nos mostró cómo buena parte de los costados norte y oeste de la iglesia plenorrománica corresponden a una fábrica precedente conservada y reaprovechada. Para mí, inexperto, era un simple muro, pero nos deja pasmados ante el aluvión de datos que obtiene de la lectura de paramentos.
Así transcurrió la mañana e hicimos la pausa para almorzar. En el exterior, bajo un sol deslumbrante, había un mercado medieval, muy vistoso, con una hilera de vendedores que ofrecían dulces artesanos, quesos, artículos de piel, cerámica y una diversidad de productos, una caravana de burros para los niños, exhibición de aves rapaces y hasta un lince. Y, por encima de todo, mucha gente.
La atmósfera de la comida fue muy grata y distendida. Nuestro compañero José Luis tuvo que repasar la lista de asistentes ante el desbordante número de comensales.
Por la tarde, a las 15:30, Etelvina Fernández, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de León, disertó sobre "Los orígenes y formación del Tesoro de San Isidoro de León en tiempos de Fernando I y Sancha". En el recorrido que hicimos a continuación nos fue describiendo algunas particularidades de piezas de gran belleza y calidad técnica, como la primitiva arca de plata para las reliquias de San Isidoro con el forro de la tapa de tela islámica, la arqueta de los marfiles, el portapaz de marfil de la Maiestas Domini, el Cáliz de ágata de Dª Urraca...
El grupo recorrió la tienda de la Colegiata y tras adquirir algún libro o algún recuerdo se separó para ir a conocer la ciudad de León y tomar una cena en algún restaurante. La jornada terminó por la noche de una manera mágica, con una espectacular representación de luz y sonido sobre la fachada de la Real Colegiata.
El domingo, a las 9:00, inició su conferencia el profesor Manuel Castiñeiras, de la Universidad Autónoma de Barcelona sobre "Las pinturas del Panteón Real" y a continuación Victoria Herráez, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de León explicó "La escultura de la Iglesia de San Isidoro de León". Los comentarios y descripciones se prolongaron in situ, ante las bóvedas pintadas del Panteón, visión entusiasta de los Reyes de León a las nuevas influencias religiosas que venían de Francia y ante la portada del Perdón y la escultura interior de la iglesia, en la que participaron diversos talleres, en relación con la circulación de maestros e influencias a lo largo del camino de Santiago. Lamentablemente la puerta del Cordero se encontraba entre andamios y no pudimos verla.
Así concluyó este FSR. La organización fue magnífica gracias a quienes dedicaron su tiempo y esfuerzo a prepararla: Lola, Javier y tantos otros, incluidos aquellos voluntarios que incansables sostenían el aparato de megafonía que nos permitía escuchar bien las palabras de los oradores dentro de la iglesia. Este FSR celebrado en León dejó un recuerdo imperecedero en todos los que tuvimos la fortuna de participar en él, circunstancia esta, por otra parte, que es común a todos los FSR celebrados.
Sin embargo, en realidad, el FSR no terminó ahí, pues algunos participantes se encaminaron a degustar un almuerzo de despedida, mientras otros miembros del grupo salíamos rápidamente de regreso a casa. Nos abrazamos emocionados confiando en volver a vernos.
La tarea que me han pedido de verter la realidad en palabras está llegando a su fin. Reflexionaré sobre la experiencia, leeré más y seguramente regresaré allí.
Miguel Ángel Baños. Octubre de 2011.