Bien, vamos a hacer la crónica, intentando ser breves y concisos. El viernes 27 de mayo del 2011 nos encontramos una cincuentena de AdR’s en el Hotel Palacio de Valderrábanos de Ávila, de nombre muy prometedor pero... Tras los consabidos abrazos entre los conocidos y presentación de los muchos socios nuevos que se habían apuntado, dimos paso a la cena, digna de una excursión del Imserso más que de un Hotel de 4 estrellas. Tras ingerir un revuelto de sucedáneo de huevo con trigueros de la tierra (no sabemos de qué tierra), y unas suelas de zapato de cerdo con varias patatas y un pimiento, unos se fueron en pos de una terraza y otros a dormir en, como mínimo en nuestro caso, una habitación que era una sauna y con un aire acondicionado que no servía de nada. Abrimos el balcón y conseguimos dormir, a pesar de las voces en las terrazas de los bares y los camiones de recogida de basura y limpieza.

El sábado era el día clave y todo salió redondo. La visita a la impresionante basílica de San Vicente, explicada por dos expertos como Daniel Rico Camps, profesor de arte de la UAB, y Pedro Feduchi Canosa, arquitecto que participó en la última restauración, fue una auténtica gozada. Se nos pasaron más de 2 horas volando.
Empezamos por los ábsides, seguimos por la portada Sur, pasamos al interior estudiando con detalle la cripta y el cenotafio de San Vicente y sus hermanas Sabina y Cristeta. Subimos a la tribuna, donde Pedro nos explicó con detalle cómo se habían hecho las reconstrucciones. Y salimos de nuevo al exterior para extasiarnos con la decoración de la portada oeste y el nártex.

Luego fuimos a la pequeña iglesia de San Andrés, todavía con los mismos cicerones, con su interesante cabecera, donde se comentaron los capiteles y se discutió sobre la antigüedad de la absidiola del lado de la epístola. Allí se hizo entrega a Daniel del crismón de la asociación, y a Pedro de un par de revistas Románico.

La comida en el restaurante “Las Murallas”, con sus patatas revolconas, especialidad abulense, y su enorme chuletón, nos desquitó del sabor agridulce de la cena mientras temerosos mirábamos a través de las ventanas cómo granizaba. Cuando amainó, nos desplazamos a San Pedro, donde la aportación del sacristán de la iglesia, que constantemente interrumpía las explicaciones del “profesor” Javier de La Fuente, amenizó la sobremesa. Esta iglesia no llega a ser tan espectacular como San Vicente pero sus dimensiones son impresionantes, aunque interiormente el barroco disfraza mucho la estructura románica.
Su cabecera, la parte más antigua, exteriormente es espectacular y el rosetón de la fachada, aunque cisterciense, queda muy bien.

La ermita de San Segundo, más modesta pero no por eso menos interesante, fue muy modificada interiormente. Lo más interesante es su cabecera. Es curioso el monumento funerario de Juan de Juni (S XVI) sobre la supuesta tumba del titular de la iglesia desde su descubrimiento, con un agujero donde se puede meter la mano y formular 3 deseos.
También es curioso el ex-voto colgado en el interior que es la sierra de un pez ídem, aunque “alguien” dijo que era una mandíbula de cocodrilo...

Cerramos la visita a Ávila con un paseo por la muralla comentado por Javier, que se lo sabía todo de maravilla. Mientras recorríamos tres de sus cuatro lienzos, bromeábamos sobre hacer fines de semana románicos con pruebas deportivas. Quizá este fue el motivo por el que algunos que ya no podían más se fueron descolgando furtivamente.

Volvimos al comedor del Palacio del Imserso y allí nos sorprendieron con unas patatas revolconas de primero, de ahí el título de la crónica. El segundo fue medio picantón que superó, con poco esfuerzo por su parte, la suela de zapato del viernes. El postre fue olvidado por muchos, o comido en la habitación mientras el Barça ganaba la Champions... Antes del mutis por el foro generalizado, se efectuó el sorteo del crismón entre los asistentes, siendo los agraciados Ricardo y su esposa Carmen. Después de cenar unos se fueron de copas (otra vez), otros a dormir y alguno a darle la vuelta a la muralla en nocturna tranquilidad salvo por el botellón.

Y para acabar, los que resistimos, el domingo nos fuimos a Arévalo. Allí fuimos conducidos por Jesús Ribate (Javier nos abandonó por motivos personales) y por el concejal de cultura del ayuntamiento, D. Ricardo Ungría, que nos enseñó 4 iglesias: San Juan, con una talla en piedra del S XII de San Zacarías preciosa; San Miguel, poco interesante desde el punto de vista románico, pero con un bonito retablo del S XVI; también se visitaron Sta. María, con unas interesantes pinturas murales en su cabecera ante las cuales se hizo entrega a D.Ricardo Ungría de un bolígrafo de la asociación; y finalmente San Martín, con sus 2 torres y su precioso atrio o galería. No pudimos entrar en El Salvador por problemas logísticos que nos comentó nuestro anfitrión. 

La joya románica de Arévalo se encuentra a las afueras, La Lugareja, que es de propiedad privada, pero que no se pudo visitar gracias a la “amabilidad” de su propietario que se negó en redondo. Según reza un cartel en la puerta, se puede visitar todos los miércoles de 13 a 15, ¿será verdad?

Y queda lo mejor, los 13 valientes que nos quedamos a comer en el Rey Juan II disfrutamos del mejor yantar de todo el FSR, una auténtica delicia que no os describimos para no daros envidia.

¡Hasta el próximo FSR!


Esteve i Esther