…Francia a nuestro pies...

         

Por José Luis Beltrán San Juan AdR Nº 0224

Pues ya estamos de vuelta, cada uno en su casa y dispersos por toda la geografía.      

  Hasta hace poco, descontando los días para acelerar la llegada del comienzo de este Fin de Semana Románico, comidos por la impaciencia…y ya pasó todo. Cada uno en lo suyo pero enriquecidos cultural y   espiritualmente y con el ánimo más alegre e intentando poner orden en nuestra memoria donde ahora flotan libremente infinidad de capiteles, canecillos, tímpanos, pinturas murales,... etc. ¿No es así?      

       Nos fuimos reuniendo en el Hotel TUCA de Vielha a lo largo de la tarde        del miércoles día 30 de abril. Alegría colectiva, abrazos efusivos entre los habituales y saludos cariñosos (que serán abrazos efusivos en la próxima convocatoria) a los que acuden por primera vez a un Fin de Semana Románico. La integración de unos y otros es inmediata. Ocurre siempre. Tras unos breves momentos, necesarios para ubicarse y sacudirse el cansancio del viaje hasta llegar al punto de encuentro, empieza a funcionar un espíritu de camaradería y de amistad que nos acompañará hasta el final del viaje y en muchos casos más allá del mismo.            

       Cena de bienvenida, ambiente festivo, salutación oficial de nuestro querido e imprescindible Julián Castells, coordinador de la organización de los Fines de Semana (…y de tantas cosas más), y animadas y múltiples tertulias posteriores a la cena diseminadas por diversas estancias del Hotel y en las que, solo justificable por la alegría de estar juntos y las ganas de pasarlo bien, surgieron situaciones de una comicidad que nos hicieron pasar ratos inolvidables. Y así se fue repitiendo cada noche tras la cena a lo largo de todo el periplo. Sólo el imperativo de tener que madrugar al día siguiente, interrumpía estas veladas que han sido tan entrañables.            

       ¡Buena elección la del HOTEL TUCA! Instalaciones formidables, atención más que correcta y gastronomía excelente durante las dos jornadas que pernoctamos allí.            

       Programa extenso e intenso el que nos espera, (aunque no ha sobrado nada…), así que al día siguiente, de buena mañana, estábamos desayunando (buffet para satisfacer todos los gustos…tampoco sobró nada…) y en éste primer día de mayo, a las 9 horas, partíamos, como colegiales de excursión, hacia el Valle de Boí.            

       Y, ya en el Bus, comienza la parte académica: atentos todos, ávidos todos, escuchamos las palabras del primer espada que saltó al ruedo, nuestro querido Augusto Guedes, que nos introdujo en las características        del Románico que nos esperaba en ésta jornada.            

       Nos preparó mentalmente para admirar la pintura mural que, ni por conocida, ni por ser copias de los originales depositados en el MNAC  (qué paradoja, ¿no?), dejan de ser impactantes en su ubicación. También nos hizo mención del concepto de transformación de columnas en pilares y, finalmente, la observación de que la pintura de San Climent es        distinta a las demás iconográficamente.            

       Julián Castells vertió conceptos interesantes como que el Período Románico era muy sensible a la belleza, a imitación de Dios, de lo  Divino y que la Arquitectura Románica cumplía además de su función, la  de “soporte de la pintura”. Habló también al referirse a los Ábsides, de la transición de lo terrenal a lo celeste, del lugar sagrado donde se produce el Sacrificio y de los tres espacios que se crean en la pintura de los mismos. El superior, con la Maiestas Domini, en medio, que        coincide con los vanos, con el Apostolado y el inferior donde aparecen los donantes y adornos diversos. Todos ellos divididos por bandas  monocromas.            

       También definió distintos tipos de líneas. Líneas de trazo utilizadas en  los contornos, líneas de expresión que implican intensidad y líneas de filigrana  meramente decorativas. Colores vivos que resaltan las figuras, habida  cuenta de la escasa iluminación ambiental, con la utilización del negro  para limitar las figuras y el blanco para resaltarlas. De la simetría,  con la Maiestas como centro y del intento de superar la bidimensionalidad, aunque sin alcanzar la perspectiva. Del tamaño de las figuras, que implican criterios de jerarquía: la Maiestas es la más grande.

Ya en Santa María de Tahull, Julián nos hizo apreciar  la distribución de las pinturas en el ábside. Juan Antonio Olañeta, nos  describió las pinturas en el MNAC, explicando la distribución de las mismas en su ubicación actual. Jaime Cobreros nos explicó el concepto de Theotokos, relacionó la figura de Melchor con Melquisedec y la de Abraham con la revelación.      

       A pocos metros y a pocos minutos, en un paseo con maravillosas vistas        del Valle de        Boí, alcanzamos la iglesia de San Climent de Taüll donde, de nuevo, nuestros “guías propios”, nos hicieron ver determinados aspectos del templo difícilmente apreciables sin su colaboración. Augusto insistió en  el concepto de elemento de transición de columna a pilar de los soportes de la techumbre. Nos hizo apreciar los llamados “dientes de sierra” tan  comunes en el Románico-Lombardo y, tras él, intervino nuestro Presidente, Jaime Cobreros, quien expresó unos conceptos más que interesantes sobre la pintura de las Iglesias de la zona. Habló Jaime de lo que llamó perspectiva invertida, herencia del Arte Bizantino. El Pantocrátor, mira al observador, no éste a aquél, dado que las líneas de fuga confluyen en el que mira, aunque éste cambie de posición.      

       Las bandas de separación entre los diferentes niveles recuerdan a las pinturas de los Beatos. Los animales del Tetramorfos al estar situados en círculos exteriores, también ofrecen sensación de perspectiva, aportó Julián, así como el libro que sostiene el Pantocrator, con la línea inferior plana y la superior quebrada. Olañeta mencionó muchas figuras que están en  el MNAC y no tienen aquí su correspondiente copia: Caín, Abel, Lázaro,        banquete del rico Epulón,…etc. Interesante, ¿verdad?      

       Después tuvimos casi una hora para fotografiar todo lo que se mueve…, mejor dicho, lo que no se mueve y nos entregamos a la tarea de        inmortalizar con nuestras cámaras todas las magníficas pinturas descritas y todos y cada uno de los arquillos lombardos que se ponían por delante…      

       Situémonos ahora en el exterior de la Iglesia, mirando al ábside. Allí  nos reunió nuestro querido Jaime Cobreros y nos hizo reflexionar sobre  un tema que todos sabemosque  le inquieta sobremanera. Nos pidió que pensáramos por un momento en el  ábside de Frómista y que lo comparásemos en ese momento con el que teníamos delante. ¿Se puede considerar Románico el Arte Lombardo?... Pues seguiremos pensándolo, querido Jaime, aunque en lo que a mí respecta, más bien seguiré con el máximo interés tu propia reflexión; y  seguro que me bastará con tus conclusiones, habida cuenta del respeto que me merece tu nivel de conocimiento en esta materia.

             

Y con esta reflexión nos trasladamos a Boi y visitamos  la Iglesia de San Joan donde, en un mano a mano, Julián, Augusto y  Juan Antonio nos desmenuzaron las pinturas: lapidación de San Esteban, Dextera Dómini, Juglares, bestiarios… etc., señalando la  influencia de las pinturas de los manuscritos mozárabes.      

       Así llegamos a Erill la Vall donde, cumpliendo correctamente los horarios dimos cuenta de una excelente comida de la zona. Posteriormente visitamos la Iglesia de Santa Eulalia en la misma población. Javier de  la Fuente, el que era becario el año pasado, nos describió la reproducción del Descendimiento que allí se exhibe cuyo original está en el MNAC, haciendo énfasis  en que las figuras son articuladas y además (esto lo aportó Augusto) los  dos ladrones tienen las rodillas rotas, como para facilitar que el final llegara antes y acabar así con el sufrimiento.      

       Desde allí nos trasladamos a la Iglesia de San Feliú de Barruera, donde  Juan Antonio Olañeta significó los muchos “arrepentimientos” existentes  en la misma.      

       Volviendo sobre nuestros pasos, abandonamos el Valle de Boí y penetramos de nuevo en el Valle de Arán en un divertido viaje en el que, nada más  atravesar el túnel de Vielha, como si la luz iluminara sus cabezas,   empezó una rueda de chistes y chascarrillos a cargo de verdaderos profesionales que hicieron el trayecto de lo más ameno. Ya con las fuerzas mermadas, pero con el mismo entusiasmo que al principio de la   jornada, nos dirigimos  a la Iglesia de Bossost, que fue literalmente ametrallada por nuestras  cámaras.      

       Y desde allí al hotel donde nos esperaba la segunda cena de        confraternización y un merecido descanso, no antes de una animada        tertulia de la mayoría. Incluso algunos, antes de la cena cruzamos la        carretera para visitar el exterior de la preciosa iglesia de Betren, situada enfrente del hotel, prácticamente a tiro de cámara.      

       Y al día siguiente abandonamos el Valle de Arán y el territorio español        para dirigirnos a San Bertrand de Comminges donde nos esperaba la Catedral de Santa María y un guía de lujo D. Emmanuel Garland. Fue emocionante atisbar la Catedral a lo lejos, en lo alto, majestuosa, como        si levitara sobre el paisaje ante los incrédulos ojos de los peregrinos.

       Jaime Cobreros, inspirado (hasta mencionó a Brasens…), aseguró lo importante que es conocer el Románico Internacional y así comprender  mejor el Románico Español, que el Románico nació en Francia, en Cluny, y que según Picaud, desde allí se desarrolló el primer Camino de Santiago, que derivó en distintas vías (Tolosana, Podense, Turonensis,…) a lo largo de las cuales se levantaron templos como en Toulouse, Arles, Le Puy, Moissac, Vezelay, Perigueux, Orleáns, Tours, Burdeos…        etc.      

Se conformó así el llamado Estilo de Peregrinación cuyos máximos exponentesson : San Martín de Tours, San Marcial de Limoges, Santa Fé de Conques, San Saturnino de Toulouse y Santiago de Compostela. Todas ellas tienen en común portadas dobles, para facilitar la entrada y salida de grandes   masas de peregrinos, deambulatorio, que facilitaría la circulación de los mismos y triforios, que permitía la visión desde el interior del templo y facilitaba la movilidad: “quien recorre por arriba las naves de        Santiago, aunque llegase triste, sale gozoso…”

             

Visitamos la Catedral de Sainte-Marie dirigidos  por D. Emmanuel Garland, que hablaba en francés pero era traducido “en  directo” por Joachim Gazeau y éste, a su vez, por algunos voluntarios, a los términos románicos… (es broma). La verdad es que su colaboración fue inestimable en este momento y a lo largo de toda la        jornada. Gracias Joachim, de verdad.      

       Se describió el Tímpano, con la Virgen y el Niño coronados, la figura de S. Bertrand no nimbada porque no era Santo todavía, ángeles turiferarios; observamos la reutilización de piedras romanas.

       Y ¡vámonos a Saint Just de Valcabrére, que llevamos 15 minutos de retraso y Julián nos ha echado la primera reprimenda! Espera larga, pero agradable por el día tan bueno que hacía y porque la causa estaba  justificada pues “cantaba Misa” un recién ordenado Sacerdote y se nos contagió el ambiente festivo del evento y hasta nos regalaron recordatorios del mismo a la salida de la Misa.      

       Entretanto hicimos una caminata para ver la Iglesia mirando a los ábsides desde cierta distancia y, en la lejanía, se visualizaba perfectamente la Catedral de Santa María, y todos estaremos de acuerdo en que ésa imagen de ambos  templos a distintas alturas y distancias, pero perfectamente visibles en un día tan soleado, es imborrable. En cualquier caso ya se encargaron  las cámaras de conseguirlo porque la vista desde allí lo merecía.      

       Y a comer a Saint Gaudens. Cassoulet como plato estrella, tras diversos        entrantes y charcutería de la zona de Comminges…¡¡¡Si se entera mi médico!!!        

La Catedral de Saint Gaudens, muestra un ábside cubierto de mosaicos de      estilo bizantino y algunos capiteles en el interior notables como el que representa el pecado de Adán y Eva. Pero, acaso lo más notable sea el Claustro, el sufrido Claustro, que ha soportado montajes y desmontajes sucesivos y en él existen capiteles originales que se han ido recuperando desde hace 200 años de propiedades particulares y otros orígenes, mezclados con copias recientes. Hasta no hace mucho tiempo, el lugar que ocupa el Claustro se utilizaba como Parking!      

       La Catedral de Saint Lizier, donde nos dirigimos después y donde        observamos que la reutilización de sillares antiguos, al igual que en Saint Just de Valcabrére, es abundante, aparece ante nosotros con un ábside central muy alto en comparación  on los laterales y con una torre de ladrillo octogonal majestuosa. En  su interior pudimos apreciar una rica ornamentación pictórica, en parte ya gótica, y la sepultura de Saint Lizier, su primer Obispo.      

       Tras visitar El Claustro de Saint Lizier, otro ejemplo de los magníficos        claustros románicos de la zona, con excelentes capiteles de decoración vegetal e historiada, partimos, ya a las 6 de la tarde, hacia Toulouse, donde llegamos a las 8 en punto. Exactamente a la hora prevista de cenar en el Hotel Balladins Superior. A correr, que en Francia te dejan sin cenar en cuanto te descuides…Un ejemplo: tres personas del grupo no comen carne y ebtadas ante la “brochette d’agneaux mariné” que nos ofrecieron, pidieron cualquier cosa en sustitución, pues aunque sea una “tortilla francesa” y les dijeron que no era posible (¡en Francia!). Sus        acompañantes les fueron a buscar algo a la calle para que no se quedaran        sin cenar y al rato volvieron con unas porciones de  pizza que era lo único que quedaba en un bar de enfrente…      

       Las dos horas del trayecto hasta Toulouse, fueron de lo más divertido. Nuestros “animadores” habituales no nos permitieron echar una cabezadita y se lanzaron en competencia a ver quien contaba el mejor chiste; los de Aniceto, los de Manolo y su colega beodo, los funcionarios, los catalanes… etc.; ni títere con cabeza quedó allí. Todavía me imagino al        torero buscando su oreja, y al que operaron porque quería ser vasco y a la pareja que obligó a parar el tren…y muchos más. Tras la cena el ambiente continuó en la terraza del hotel y las risas aparecían por lo más nimio. Espero que a nadie se le escape ya el significado de “moñoño”, acuñado de la forma más divertida.

       Pero había que levantarse a las 6 de la mañana porque nos esperaban en el Museo Saint-Raymond de Toulouse a las 8 en punto. ¡Hasta nos levantaron un cuarto de hora antes! Julián, todos te agradecemos tu celo en coordinar a tanta gente para poder llegar a tiempo a todos los sitios que previamente habíais concertado con gran trabajo. Gracias por todo.      

       D. Daniel Cazes, Director del Musée Saint-Raymond, Musée des Antiques de  Toulouse, hablando un correcto y medido español, con un tono de voz  envolvente y una cualidades didácticas insuperables, nos llevó de la mano a través del mismo, enlazando el arte romano con el románico y nos mostró las lápidas paleocristianas  junto a los cimientos (a 5 metros de profundidad) del hospital que hubo al lado del que definió como “el más grande monumento románico existente“: Saint-Sernin de Toulouse.      

       Toulouse, dijo, tuvo una importancia relevante en la Reconquista de la España musulmana. El templo, de 110 metros de largo, presenta unos niveles en descenso escalonado de sus bóvedas, desde la central a las laterales, que cubren cinco naves y que permite así abrir los vanos sin temor a la sobrecarga de los muros. El triforio es de dimensiones impresionantes; la tribuna superior es casi otra nave, con arcos y bóvedas propias. Medias columnas de ladrillo y piedra. Más de 500        capiteles románicos, la mayoría de decoración vegetal; otra serie de animales y otra de historiografía. El profesor Cazes se quejará continuamente de la imposibilidad de visitar todo lo interesante de Saint-Sernin en el tiempo previsto. Se  necesitarían días y días. - Que no se preocupe por ello. Es seguro que la mayoría volveremos, pero ya sin la fortuna de su colaboración, claro.     

       Este tipo de arquitectura, continuó diciendo, es también imitación de la   antigüedad, de los edificios para presenciar espectáculos, circos, teatros, los que acogían y por los que circulaban más personas, de fácil entrada, circulación y evacuación fáciles. La portada occidental ha perdido la escultura que contaba la historia de Saint-Sernin, hoy en los museos. El edificio impresiona por su monumentalidad, de “escalera monumental” que culmina con el campanario de 5 pisos en forma piramidal y de 67 metros de altura. Los últimos 2 pisos tienen un tipo de arco de influencia romana (arco Justiniano). Los primeros son propiamente románicos. La portada más interesante es la que da a la calle de mayor tránsito, la puerta Miègeville, que es la principal de la Catedral. Riquísima en escultura. Friso, capiteles, impostas… a imitación del Arte Antiguo        (escultura griega y romana, incluso carolingia). Tímpano con la Ascensión de Cristo sobre un dintel en que se representa un magnífico Apostolado.      

       La Iglesia estuvo en peligro por el cisma de 1054, herejías, otras  Iglesias orientales… etc.        

 En las impostas se representa al Apóstol Santiago el Mayor a la derecha y, a la izquierda, a San Pedro con las llaves y en actitud de bendecir y, bajo los pies, la vid, como símbolo de renacimiento. Debajo de San Pedro, Simón, que se cae tras iniciar un ascenso a imitación de Cristo, pero no es Cristo y se cae, siendo recogido por dos demonios que simbolizan su condena.      

       Debajo de Santiago, hay un hereje, Montano, que desarrolla la Iglesia de los Montanistas, acompañado por dos profetisas subidas a las grupas de sendos leones. Todo ello demuestra la gran  cultura de los canónigos de Saint Sernin y su gran conocimiento de la Historia. En la cornisa, vemos la representación alegórica del sol y de  la luna en unos modillones y como saliendo de un velo, presentes en el momento de la Ascensión de Cristo, significando la asistencia de los  astros. Finalmente nos detuvimos, ya en el interior del templo, ante la   mesa-altar, obra del escultor Bernard Gilduin; en su detallada  descripción, el profesor  Daniel Cazes desbordaba su entusiasmo del que fuimos todos contagiados; fue el  momento y el lugar adecuados para hacerle entrega por parte de la Directiva de AdR de nuestro habitual regalo como muestra de agradecimiento, el Crismón del tímpano de Jaca y donde nuestro Presidente Jaime Cobreros, en emocionadas palabras, aseguró al profesor Cazes que había sido la mejor colaboración que hasta ahora AdR había tenido en sus ya múltiples viajes, expresando sin duda el sentir de todos los presentes. Creo que fue el momento más emotivo de todo el Fin de Semana y que todos recordaremos siempre.      

       Desde allí, atravesando varias calles céntricas de la ciudad de Toulouse y relajándonos poco a poco tras las emociones vividas en Saint-Sernin, que seguro nos recibirá de nuevo algún día, llegamos al Musée des Augustins, donde nos esperaba Dª. Quiterie Cazes, profesora de Arte de la Universidad de París, otro peso pesado de la cultura tolosana, una delicada mujer que nos introdujo en la Sala de Escultura Románica, objeto de nuestra visita        y con estilo elegante y sensibilidad a flor de piel, tuvo la paciencia de recorrer con nosotros prácticamente todo aquel bosque de capiteles que constituyen un fondo de escultura románica de los más ricos del mundo.      

  Con los sentidos saturados de tanta belleza “no tuvimos más remedio” que        desenfundar nuestras cámaras y tratar de memorizar allí el mayor número de  bellísimos capiteles que en nuestra área cerebral correspondiente ya no tenían cabida.      

       Ahora disfrutaremos de su contemplación sosegada una y otra vez, ya en  nuestro rincón preferido, pero sin olvidar el impactante efecto que nos  produjo la entrada a aquélla sala tan plagada de escultura románica a la altura de nuestros ojos.      

       A comer después a un restaurante céntrico, donde estuvimos más tiempo        que en el museo, pues llegamos a la 12,50 h (esta vez si que no nos pillaba el toro) y el primer plato “elaborado” (jamón en lonchas) apareció por allí a las 14,30 h. y tuvimos que esperar otros 45 minutos para continuar la comida porque de la cocina no salía nada. En        definitiva, hasta pasadas las 15,15 h no salimos de allí. Alguien dijo que deberían montar   un fast food.      

       Desde Toulouse, salimos para Moissac donde nos esperaba uno de los hitos  de nuestro largo Fin de Semana: la Abadía de Saint Pierre de Moissac. Encaminamos nuestros pasos a través de una larga y estrecha calle en cuyo final se veía, ya desde lejos, la magnífica portada lo que nos hizo acelerar el paso en la ansiedad de enfrentarnos lo antes posible al Tímpano del Apocalipsis, obra cumbre del románico, donde Cristo en Majestad nos bendice con su mano derecha y los veinticuatro ancianos del Apocalipsis parece que nos reciben haciendo sonar sus instrumentos. La  iconografía del tímpano está maravillosamente descrita en nuestra documentación. Tratar de describir la emoción que suscita estar delante de tan excepcional obra es imposible. Cada uno de nosotros lo ha vivido y lo mejor es acudir al recuerdo individual para revivir este momento…      

       Y después el Claustro de Moissac, pleno de capiteles de esculturas maravillosas, donde acompañados de un singular guía local que hablaba perfectamente el castellano, dispusimos de tiempo suficiente para nuestras fotos “a cuatro caras” incluso y a satisfacción de la grandiosa   portada.      

       A las 18,45, salida hacia Toulouse de nuevo para asistir a la última cena de confraternización en el hotel, durante la cual y por sorpresa se hizo un nuevo sorteo, esta vez de un Crismón dedicado por su autor, J. Antonio Olañeta, que fue muy cotizado posteriormente. Al afortunado se le entregó también un Catálogo de la exposición del MNAC sobre El Románico y el Mediterráneo, también muy celebrado, que recayó en Rafael Mozón..En una cena anterior se realizó el sorteo del Crismón del tímpano de Jaca, ya habitual en nuestras celebraciones; con él se hizo María Josép Otazo. Enhorabuena a los dos afortunados por sus codiciados trofeos.

 Y ya comienza la última jornada. De Toulouse hacia  Vielha y allí a recoger los coches y a disgregarse. Pero una paradita antes en la villa de Montsaunés. Y vamos deprisa que nos espera la alcaldesa…Bueno, pues no acudió. ¿También en Francia   los políticos no se llevan bien con la cultura? Pero no importaba. La  Iglesia era preciosa y tuvimos la ocasión de escuchar a nuestro especialista J. Antonio Olañeta hablar largo y tendido sobre crismones,  que es lo suyo, y nos está aficionando a todos. Allí los había por todas  partes y eso es lo que se perdió la alcaldesa…      

       Andrés Ortega, que aseguró no saber cantar, nos descubrió en el viaje        hacia Vielha, que era el cumpleaños de Mª Cruz y, tras una entrada        espontánea (creo que de  Andrés…) entonamos el Cumpleaños Feliz, ¡Ay, Maricruz, Maricruz! y Las  Mañanitas del Rey David. Fue un momento emotivo para ella y para todos,  también un pequeño homenaje para los consortes que soportan tantas horas de dedicación al románico, especialmente de los que como Andrés y el resto de la Junta Directiva tienen tantas responsabilidades y tan bien las cumplen.      

       Llegamos a Vielha y despedidas. Hasta pronto. Hasta el próximo Fin de Semana. Hasta Silos. Hasta Vitoria. Hasta las Cinco Villas…Un coche no arrancaba y allí acudimos todos, no sé si para empujarle o para retenerle un ratito más…      

       En la Asamblea de Sangüesa, al final,  Ángel Bartolomé, comentó que llevaba muchos años dedicado a visitar monumentos románicos disfrutando en solitario de su afición, pero que había encontrado en AdR la forma de disfrutar en grupo mucho más que hasta ahora. Cientos de edificios románicos nos esperan desde siglos. Vayamos a visitarlos. Pero siempre que sea posible, vayamos juntos…