…Y acabamos el FSR un poco más sabios, un poco más humildes y mucho más amigos.
¿Quién puede decir que termina algo vivo? Vivo sigue nuestro 3er FSR. Y no podía ser menos. Porque de nuevo la vida de la amistad, de la confraternización, del cariño de todos por todos, ha sobresalido sobre las maravillas que hemos visitado.
El viernes por la tarde, poco a poco, amigo a amigo, fuimos llegando al hotel de Cerdanyola del Vallès. La alegría por el reencuentro o por conocer a nuevos Amigos se respiraba en el ambiente.
En la cena se dio la bienvenida a todos los asistentes, y pasó con más pena que gloria (algún fallo había de surgir). Un momento emotivo fue aquel en que nuestro vicepresidente recordó a los tres AdR que nos han dejado desde la celebración del 2º FSR.
Se presentó en sociedad el que, desde ahora, será el obsequio con que AdR reconocerá el esfuerzo, la dedicación, el bien hacer en pro del Románico y de la Asociación. ¿Qué qué pinta ahí ese número? Pues eso digo yo.
Otro momento emotivo de este rato, sin duda, fue la llegada de Javier y Teresa con su hija Helena. La niña, con su año de edad, fue el centro de todas las miradas por largo rato y a lo largo de todo el FSR. ¿A que no es para menos? Su pequeña figura, su preciosa cara y su vitalidad nos acompañaron; algo de ella se nos pegó.
Tras la cena, el descanso se hacía necesario pues la mayoría habíamos recorrido un buen número de kilómetros para llegar al lugar de reunión. La ilusión por el recorrido del día siguiente nos acompaño en el sueño reparador.
El sábado 28, a las siete de la mañana, sonaron los teléfonos de las habitaciones en que nos alojábamos. Había que desayunar para salir en autocar a las nueve de la mañana camino de Barberà del Vallès. El recorrido era largo e intenso. Como un reloj, Marino, nuestro conductor, con una puntualidad que sería tónica en todo el recorrido, nos esperaba con el flamante autocar que nos trasladó hacia cada uno de los destinos. Teníais que vernos a un montón con nuestra recién estrenada camiseta blanca con el logo de AdR al lado del corazón; ¿dónde si no?
Esteve y Esther nos obsequiaron (desde su llegada sabíamos que tenían una sorpresa para todos) con un logo de AdR montado sobre un imán de esos que se usan para el frigorífico. El mismo Esteve colaboró en la organización del FSR coordinando las visitas de Barberà y Terrassa. Por todo ello, nuestro agradecimiento para ambos.
Santa María de Barberà, iglesia coquetona donde las haya, nos mostró detalles inequívocos del lombardo que luego veríamos en plenitud; y se engalanó de luz para llenar nuestra vista con sus extraordinarias pinturas; y… sorpresa mayúscula: el mossèn de la parroquia deleitó nuestros oídos con una charla culta, agradable, distendida, divertida incluso, que nos permitió conocer la calidad y cantidad del arte que teníamos ante nuestros ojos, asimilar conocimientos y sonreír; a reír llegamos con sus palabras llenas de humor y, sobre todo, ciencia. Y ante ella estamos todos, hasta los fotógrafos, que su buena carrera se dieron para salir.
Tarrasa fue una sorpresa que se preparó ya en el recorrido hasta la ciudad. Es anecdótico, pero importante para darnos cuenta de hasta qué punto las investigaciones que se hacen pueden cambiar totalmente lo que se conoce y está escrito en los más concienzudos tratados: el guía, con su lección aprendida, habló del baptisterio que fue, en su día, la iglesia de San Miguel, y Montserrat, al día en el conocimiento de estos monumentos, nos sacó del error: en las últimas investigaciones se ha llegado a la conclusión de que no fue baptisterio; más bien fue un recinto dedicado a ceremonias funerarias.
Al margen de la anécdota, las iglesias de Sant Pere merecen la visita. Sant Pere, parroquia desde su consagración, sorprende con un retablo pétreo con hornacinas pintadas que muestra el ábside visigótico a través de una pequeña puerta. Sant Miquel (ahora ya sabemos su, ¿verdadera?, finalidad) es una joya visigótica con soluciones arquitectónicas sorprendentes. Su minúscula cripta invita al recogimiento y la meditación. Santa María, catedral de una de las primeras sedes episcopales de la España visigótica, la antigua Egara, ha dejado con los siglos parte del edificio y ahora se nos muestra como una simple iglesia no falta de grandiosidad. Las pinturas que recuerdan el martirio de Santo Tomás Becket son merecedoras de una mejor contemplación; tuvimos que hacer algunos equilibrios sobre la pasarela que vuela sobre el suelo excavado de la iglesia y que queda distante de las pinturas; a pesar de ello, pudimos apreciar su belleza.
Cumpliendo el horario con puntualidad taurina, nos dirigimos a Cardona por el valle que traza el río Cardener. Dejamos atrás el Vallès Occidental y nos adentramos en el Bages. El pico de la Mola con el Monasterio de Sant Llorenç del Munt nos acompaña durante un trecho por nuestra derecha y, cuando éste nos abandona, es el macizo de Montserrat quien le releva en la tarea.
Al llegar a Cardona, era preciso reponer fuerzas. Al contrario que en el 2º FSR, en el que la comida en Reinosa fue pantagruélica, aquí, para cumplir el horario y alimentar adecuadamente el espíritu, debíamos ser breves en el tiempo y ascetas en la comida (quejas y lamentos se oyeron después, bien por la cantidad, aunque de esa había, bien por no poder degustar el cafelito y la agradable charla de la sobremesa). Pero se cumplió el programa y, a la hora prevista estábamos en la colegiata.
Sant Vicenç… ¿Alguien quiere saber qué es el románico lombardo? Aquí ha de venir. Ni le falta, ni le sobra. Ya lo dijo nuestro Vicepresidente: todo lo que es el lombardo está aquí y todo lo que hay fuera, si es lombardo, aquí está reflejado; o algo así, no recuerdo sus palabras exactas. Imponente, grandiosa, bella, armónica… y más y más. Se la ve encaramada sobre lo alto del cerro, junto a una fortaleza de historia memorable.
Su concepción es debida sin duda a una mente clara, ordenada, que sabe lo que quiere expresar y cómo expresarlo; su proyecto hubo de realizarse con minuciosidad, su construcción tuvo que llevarse a cabo por expertos canteros a las órdenes del maestro que la concibió; su terminación es como una obra de orfebrería, hasta tal punto el detalle (impostas en el nacimiento de los arcos, estrías de las bóvedas, lesenas, arcuaciones ciegas, ventanas igualmente sin luz), se imbrica en la totalidad del edificio. De la cripta, ¿qué decir? Acorde con el edificio. Ni al exterior, ni en el interior desentona. Ayuda para dar al presbiterio la importancia que tiene al elevarlo de forma considerable sobre el suelo de la iglesia. En el exterior seguimos apreciando las virtudes de las que los constructores dotaron al monumento.
Desde luego, el vizconde Bremundo hubo de expiar sus culpas sobradamente al erigir esta iglesia y el Abad Oliba sentirse dichoso de tener quien pusiese en práctica tan sobradamente sus consejos.
Un breve receso nos permite gozar del sol y la temperatura del esplendoroso día que nos acompañó en todo el itinerario. Tras disfrutar de las vistas hacia el Norte con el río Cardener y su puente del Diablo y sufrirlas hacia el sur por la calvicie del cerro debido a la explotación de las minas de potasa, continuamos nuestro camino, ya de vuelta, hacia San Cugat.
Del que fuera importante Monasterio de San Cugat nos queda la iglesia, comenzada en estilo Románico y terminada en estilo Gótico. Sorprende por sus dimensiones y la robustez de su construcción; no puede negar su nacimiento románico. Nos queda también el claustro, soberbio en sus dimensiones y en su realización: tan orgulloso debió sentirse su autor que nos legó su firma diciendo (¿Cuál no sería su satisfacción?) que lo construyó para la "perpetuidad". Y ahí está. Bello y armonioso, con su grueso muro calado por esbeltos arcos soportados por columnas pareadas cuyos capiteles están hermosamente esculpidos con motivos que van desde los simplemente decorativos hasta los que nos plantean un modelo de vida en sus enseñanzas religiosas pasando por los que hacen un recorrido por el bestiario o nos muestran escenas guerreras o de la vida diaria.
Deambular por sus galerías con serenidad y sosiego ha de ser una experiencia saludable para el cuerpo y el espíritu. Aunque no fuera con esa tranquilidad, pues el día tocaba a su fin y comenzaba a oscurecer, disfrutamos del paseo sobre el pavimento que tantos pies habrán recorrido a lo largo de su historia, larga historia cuyos principios se nos mostraron en los restos de la basílica visigótica del siglo VI descubierta en el mismo claustro.
Con las luces de San Cugat despidiéndonos nos dirigimos al ya cercano hotel donde nos tomamos un merecido descanso tras el ajetreo del día. Y tras el descanso, a cenar.
Fue agradable la cena, todos reunidos comentando las experiencias del día. Y aquí está la respuesta al número que aparece con el crismón de Jaca en la primera fotografía: se sorteó el primerito que ha salido del horno entre todos los participantes en el FSR. Tuvo la suerte de cara la Amiga Juana Mari, quien, al día siguiente (no pudo acompañarnos en la cena) creyó que vacilábamos con ella al darle la noticia; tiene algo de bruja, pues vaticinó el resultado; no por ello su alegría fue menor. Bueno, siguiendo con la cena, todo se desarrolló de maravilla hasta que una pareja de "chunta-chunteros" se nos pusieron a conseguir sonidos de los instrumentos ¿músicales? que maltrataban. ¡Qué nos hicieron salir de naja, vamos! Así que la cena acabó sin el cafelito y la charla sosegada de la sobremesa; y esto por segunda vez en el día. ¡Ya hay que tener mala pata!
Y a descansar de nuevo para estar frescos al día siguiente. El MNAC nos esperaba, pero me atrevo a decir que ninguno de nosotros esperaba lo que nos deparó la visita.
La marcha hacia el museo fue de apoteosis: veinte coches siguiendo a Juan Antonio atravesando Barcelona de punta a punta; y llegamos todos sin novedad. El enclave del MNAC no puede ser mejor: el Palacio construido para la exposición universal de 1929 en la falda de la montaña de Montjuïc acoge lo más florido del arte catalán y, entre todas las colecciones, destaca con luz propia de dedicada al Románico en la que se expone la mejor colección existente de pinturas románicas.
Divididos en dos grupos, nos asisten como guías el Sr. Castiñeiras, comisario de la exposición temporal dedicada a Doménech y Montaner, y el Sr. Camps, conservador jefe del departamento de Románico del museo, ahí es nada.
A lo largo de la exposición permanente de obras románicas, se encuentran los diarios, dibujos, fotografías, negativos en ¡¡cristal!!, que el Sr. Doménech y Montaner realizó en los primeros años del s. XX con más ilusión que medios; con curiosidad, capacidad de asimilación, constancia, sensibilidad y amor a su tierra y al arte. Su esfuerzo y dedicación se nos mostró a la vista y al oído, con la explicación de los guías, de forma inmejorable.
¡Las pinturas! Toman otra dimensión cuando oyes hablar con ciencia, a conciencia, con amor, de ellas. La preparación del paramento, lo motivos iconográficos, la disposición de las figuras en los muros, la datación por múltiples y diversos detalles, los pigmentos… ¡Ah!, los pigmentos. ¿Qué pintaríais con el pigmento más caro? ¡Qué pregunta! El manto de Cristo, de la Virgen. Pues no, mire Ud., el derrame de las ventanas; ahí donde la luz incide con más fuerza, el brillo del pigmento será, por tanto, más hermoso. Cierto que hay pinturas en las que se usa para los mantos, pero en aquellas en que la economía de medios es grande, sólo se encuentra en las ventanas. Y otra fuerte de pigmentos: la obra cumbre de la pintura románica, la maiestas domini de Sant Climent de Taüll, está pintada con pinturas compuestas con los más humildes pigmentos: maestría del autor para conseguir tantos y tantos efectos que hacen de esa pintura una obra maestra del arte universal.
La escultura en madera nos deparó contemplar y oír la maravilla que es la maiestas Batlló.
Y así, con las explicaciones de dos científicos, doctores en historia del arte, especialistas en Románico, nos hicimos un poco más sabios; viendo la inmensidad del conocimiento que esas personas atesoran terminamos un poco más humildes; contemplando cómo escuchábamos y admirábamos todos los tesoros que se nos mostraron y cómo nos despedimos hasta el próximo FSR, creció nuestra amistad y ya somos mucho más AMIGOS.
Esperamos con impaciencia el próximo FSR. Hasta la vista.
Julián Castells.
Vocal de AdR y organizador del 3er FsR