Tras la toma de contacto de la víspera, los saludos de rigor y el reposo de los viajeros, comenzamos el sábado la excursión siguiendo el curso del Duero. Atravesamos media provincia entre viñas y bodegas, en un paisaje primaveral, a veces escondido por la niebla y la lluvia. ¡Qué timo! Y nosotros que pensábamos que en la meseta castellana lucirían miles de soles espléndidos …

José Luis Hernando Garrido, profesor que nos va a acompañar  durante la visitas de los dos días, en el monasterio de Santa María de Valbuena, nos recuerda y resume el esquema de las construcciones del Císter, la historia de los Ansúrez, los Armengol, Doña Urraca (la hermana de Alfonso VIII) y nos trasmite el aroma de rigorismo y las claves para imaginar la vida de la época. Despiertan especial atención la capilla de San Pedro (aunque gótica), panteón de enterramiento de familias poderosas, y la sala de trabajos de los monjes. No falta el claustro “tetracipresal”, ni el milagro de turno (Una joven, que se dirigía en peregrinación a Valbuena, cayó al río y, a punto de morir, fue rescatada por intercesión de San Bernardo). Como dato curioso, la instalación que existió de una especie de agua corriente, excepcional en la Edad Media, siguiendo una “lógica pluvial” con canales al claustro (lavatorio), refectorio, cocina y letrinas.

La visita al siguiente monasterio, Santa María de Retuerta, premostratense, fue incompleta: por diversas causas, no pudimos visitar ni el claustro, ni la cabecera en su parte exterior.

Sancho Ansúrez y Domingo de Candespina, formados en San Martín de Laon, Francia, fundaron esta “rigula torta” (especie de meandros de la zona), casa matriz de otros monasterios tales como: Santa María la Real, San Leonardo de Salamanca y Santa Cruz de Ribas. La función de esta orden era la prédica: recorren el entorno y predican la Palabra; se basan en la austeridad, pero no siguen la sencillez absoluta en su ideario y se permiten adornos, entre los que destacan los capiteles con hojas de acanto bien trepanadas, que muestran gran habilidad escultórica. Se marca la conexión con Santiago de Carrión y San Vicente de Ávila.

Aquí viene la propina: una rápida visita a la iglesia de Santa María “La Antigua” en Valladolid. Destaca su torre de planta cuadrangular al estilo de las torres segovianas, de estilo francés, del último cuarto del siglo XII.



 

Después de dar cuenta de una excelente comida (lo mismo que la atención del hotel, impecable), dio comienzo la Asamblea General  con unas palabras de don Enrique Sáez, Director general de Patrimonio de Castilla y León.

Simplemente resaltó lo que nos une como agentes sociales: que todos colaboramos en la gestión del patrimonio y nos brindó una oferta de colaboración. A continuación los miembros de la Junta nos presentaron valiosa información que se recogerá en las actas.  Como datos curiosos, hay que señalar que ya pasamos de los 1000 socios (nacionales e internacionales), que tenemos una Asociación hermanada en Japón y que pronto vamos a cumplir los 10 años de andadura.

El domingo, neblinoso, se presentaba, sin embargo, prometedor en contenido: dos iglesias y una ermita.

La primera, San Juan Bautista, en Arroyo de la Encomienda, se hizo de rogar, pero, a cambio nos ofreció un ábside maravilloso con un Cristo del siglo XII y un capitel (central) con leones y un personaje al que muerden la cabeza, pero que no es Daniel, sino advertencia al fiel contra la tentación. De influencia zamorana por la proximidad y por la orden de San Juan del Hospital que la ocupó, se califica de Císter no puro. Fue completamente rehecha (algo usual por estos pagos) y, como todo el románico vallisoletano, es tardío.

La segunda, Santa María de Wamba, de origen altomedieval y de la que aparecen referencias en cronicones altomedievales, posee uno de los osarios más antiguos. Se nos remarca el paralelo evidente con el románico zamorano. Ha sido objeto de restauración leve y más reciente que las anteriores. Elemento excepcional en Valladolid son las mochetas de la puerta, que sí aparecen en el arte compostelano (en San Isidoro de León y en Benavente, por ejemplo). Muy llamativo el interior con arcos de herradura en la cabecera (singular) y pinturas que reproducen el estilo textil islámico. Una curiosidad morbosa es la dependencia del claustro que contiene el osario: una cantidad ingente de huesos muy ordenados y apilados que cubren tres paredes.

 La tercera y última visita, la ermita de Nuestra Señora de la Anunciada, a las afueras e Urueña, es un edificio de tipología pirenaica ¡en la meseta! Debido a una cuestión dinástico-familiar: una hija de Alfonso Ansúrez casó con un Armengol, conde de Urgell a principios del siglo XII. Fue monasterio con el nombre de San Pedro y San Pablo de Cubillas, sufrió una reforma integral en el siglo XVII y otras muchas en diversas épocas. De algunas de ellas (las del s. XX) existen documentos fotográficos que nos muestra la encargada de la iglesia y de la oficina de Turismo de Urueña, Carmen Navarro Rubio. 

(Llega la sección “cotilleo”: una finca junto a la iglesia, que fue real en otros tiempos y particular tras la desamortización de Mendizábal, ahora pertenece al cantautor berciano Amancio Prada)

Se nos recuerda que los muros ahora “en ropa interior”, no estaban concebidos así en su origen, sino que tenían ornamentación pintada, ya desaparecida. Estuvo “encaladísima” por moda, higiene… hasta los años 90 del siglo pasado. La “piedra vista”, por lo visto, es un invento del siglo XIX, visión romántica que hemos heredado.

Terminada la visita, aplaudimos a José Luis Hernando por su labor impagable de guía. Juan Antonio Olañeta, le obsequió con un pin de plata con el logo de nuestra asociación

A partir de aquí, habilidad libre. La mayoría fuimos al pueblo, recinto amurallado a pasear por sus callejuelas, su paseo de ronda … y a comer.

Y así se acaba este fin de semana tan provechoso y útil, en que unos ciento y pico socios hemos conocido las particularidades del románico vallisoletano y el ambiente vespertinocturno pucelano.

Alfonso, Belen, MªJesús y Rosa.